Alianza busca potenciar el huevo magallánico y el sector agropecuario
Punta Arenas. 13 noviembre 2025. En una parcela del sector alto de Pampa Redonda (Punta Arenas), alrededor de diez usuarias y usuarios avícolas de INDAP cambiaron la rutina por aprendizaje en terreno. Entre gallineros, cuadernos y herramientas, afinaron manejo, bioseguridad y alimentación para producir más y mejor. No fue una clase cualquiera: formó parte de la alianza SENCE–INDAP, que contempla siete cursos para fortalecer el área agropecuaria. El de manejo avícola ha sido un éxito y dejó un objetivo compartido: elevar el estándar de la producción y del huevo magallánico en una región que aún importa buena parte de lo que consume y que tiene amplio potencial de crecimiento.
«Vamos por el tercer año del convenio, con más talleres y actividades. Se consolida un modelo de colaboración valioso y necesario para la gente», señaló Gabriel Zegers, director regional de INDAP. «Este curso responde a una demanda real. El rubro avícola —y especialmente la producción de huevo— enfrenta dificultades, pero es clave para la seguridad alimentaria regional. En Magallanes es fundamental optimizar procesos y asegurar disponibilidad».
La jornada combinó módulos teóricos y prácticos: manejo sanitario, reproducción, alimentación, bienestar animal y gestión de costos. Cada asistente recibió un completo kit de herramientas cuyo costo ascendió a los $150.000 por cada usuario/a y fue pensado para tareas cotidianas de mantención en corrales e infraestructura menor.
Para SENCE, la capacitación es palanca concreta. «Esta transferencia al sector público que desarrollamos con INDAP nos permite acercar, a través de la formación, tareas y objetivos que fortalecen la actividad agropecuaria», explicó Doris Sandoval, directora regional de SENCE.
«La capacitación actualiza saberes con nuevas tecnologías y nos conecta con la realidad de cada comuna en un contexto desafiante: recuperar capacidades para producir es, literalmente, volver a tener las manos en la tierra», precisó Sandoval.
El curso fue dictado por el médico veterinario Luis Vergara, con amplia experiencia en granjas avícolas: «Trabajamos postura, reproducción, alimentación y cuidados durante todo el ciclo. Lo técnico importa, pero lo más valioso fue el intercambio entre participantes: cada experiencia acelera el aprendizaje». También advirtió sobre las condiciones locales: «La producción aquí es exigente por los costos del alimento y la disponibilidad de aves, pero la tradición se mantiene; muchas familias incuban de forma natural y, cuando pueden, incorporan pequeñas incubadoras para asegurar consumo y, a veces, vender excedentes».
María Colín, campesina e integrante de una cooperativa avícola, valoró el espacio y el trabajo asociativo. «Este taller nos sirvió para ordenar el manejo y entender bien la alimentación por etapas. En la cooperativa ya hemos importado alimento en conjunto para bajar costos, y con más actividades como esta podemos crecer de manera sostenida y mejorar aún más el rubro».
Según registros regionales de 2023, el universo local se mueve entre ocho y nueve mil gallinas ponedoras, lo que se traduce —a grandes rasgos— en entre 4.500 y 5.000 huevos diarios. Con una población cercana a 160 mil habitantes, la oportunidad salta a la vista, porque hay mercado, se importa huevo y prácticamente todo lo que se produce se vende a buen precio. Impulsar la producción a pequeña escala es estratégico. La gallina cierra ciclos —consume desechos orgánicos, aporta guano y entrega proteína de calidad—, nutre a las familias y permite comercializar excedentes muy valorados por la comunidad.




















