Punta Arenas. 8 febrero 2013. Mientras 117 investigadores nacionales realizan trabajos de terreno en diferentes puntos del Continente Blanco, como parte de la XLIX Expedición Científica Antártica (ECA 49°), otros 10 jóvenes universitarios se encuentran realizando su práctica profesional en el Instituto Antártico Chileno (INACH). Esto es posible gracias al aumento sostenido del número de proyectos del Programa Nacional de Ciencia Antártica (PROCIEN) y a las múltiples posibilidades que se ofrecen a estudiantes de pre u posgrado para hacer su tesis o práctica profesional en los laboratorios del INACH en Punta Arenas y en la Antártica.
El Dr. Marcelo Leppe, Jefe del Departamento Científico de este instituto, explica que el incremento de los cupos para pasantes se relaciona con el aumento de los fondos destinados a ciencia antártica. “Todos los practicantes y tesistas que acoge el INACH están asociados a proyectos con un componente antártico y patagónico, proyectos que los investigadores del instituto han ganado en el marco del PROCIEN y en otros fondos concursables”, señala el paleobotánico.
Para postular a una práctica en el Departamento Científico del INACH es necesario presentar una carta de solicitud emitida por el jefe de carrera de la universidad, el certificado de alumno regular, el seguro escolar vigente y ser aceptado por un tutor del instituto para vincularse a una investigación en desarrollo. El Dr. Leppe afirma que “nuestros practicantes y tesistas son un semillero al que se pueden incorporar estudiantes de carreras científicas y tecnológicas de todo Chile”.
Este año los alumnos provienen de las carreras de Oceanografía, Biotecnología, Biología, Geografía, Biología Marina, Geofísica, Geología y Geografía, correspondientes a la U. de Valparaíso, U. Católica de Valparaíso, U. Andrés Bello, P. U. Católica de Chile, U. de Chile, U. de Concepción, U. Católica de Temuco y U. de Magallanes.
Es así como Lenin San Martín (25), estudiante de Biología Marina de la Universidad de Concepción, y Diana Schofield (22), futura biotecnóloga de la Universidad Andrés Bello, permanecen durante parte del verano bajo la tutela del Dr. Paris Lavín en el laboratorio de biorrecursos del INACH. “Me enteré de que el Dr. Lavín trabajaba en un área que me interesa y le escribí contándole que era estudiante de pregrado y quería hacer mi práctica aquí”, relata Lenin desde la sala donde cultiva una bacteria que degrada agar y alginato, compuestos de las algas marinas utilizados en la industria alimenticia y farmacéutica. Lenin está decidido a desempeñarse académicamente como científico, pues más que trabajar en una empresa, le interesa hacer ciencia para convertirse en un investigador polar.
Para su supervisor, el Dr. Lavín, especialista en botánica y biología marina, la llegada de los practicantes brinda la posibilidad de retomar estudios atractivos para ambas partes. Producto de otras investigaciones, en el laboratorio se había creado un banco de bacterias polares, que interesó al estudiante de la Universidad de Concepción para explorar sus aplicaciones biotecnológicas.
Diana Schofield, por su parte, quiso trabajar con compuestos antimicrobianos de bacterias para unirlos a nanopartículas, investigación que podría derivar, por ejemplo, en la producción de compuestos que inhibirían el crecimiento de ciertos patógenos en la carne envasada, mejorando su conservación. Diana y Lenin regresarán a Punta Arenas en julio para formular su proyecto de tesis, tal como Toshiro Jujihara, biólogo marino de la Universidad de Magallanes, quien en 2011 hizo su tesis en el INACH y actualmente es paleontólogo del Consejo de Monumentos Nacionales.
“Hay mucho espacio para nuevos investigadores antárticos; la mayoría de los estudiantes no sabe que puede venir aquí, justo donde hacen falta”, dice sonriendo Paris Lavín. Es precisamente esta posibilidad lo que más motiva a Diana para regresar y hacer su tesis de Biotecnología en el laboratorio del INACH, pues “si te nace una idea, aquí tienes la oportunidad de que te ayuden a desarrollarla”.
Un estudio del Banco Central de Chile evidenció hace algunos años el déficit nacional en egresados de carreras científicas y tecnológicas, con un recurso humano especializado catorce veces inferior en número que el de Finlandia: sólo 370 investigadores por cada millón de habitantes. Lo anterior impacta negativamente tanto en la academia —donde el porcentaje de docentes con postgrado es todavía bajo, especialmente de doctores— como en las labores de investigación y desarrollo.
Con este tipo de iniciativas, los jóvenes investigadores nacionales aportan desde sus propios intereses a los objetivos de un proyecto antártico real, teniendo nuevas perspectivas para postular a fondos concursables del INACH, obtener becas para tesis de magíster y doctorado, y contribuir, desde la ciencia, a la innovación y al desarrollo del país.