Punta Arenas, 3 de junio 2010. El fin de semana pasado en la sede del Congreso Nacional se realizó la asamblea nacional de la Democracia Cristiana.
Fue el momento de anunciar que el 29 de agosto se realizarán las elecciones internas para definir quién dirigirá los destinos del partido, ahora desde la tribuna opositora.
Son cuatro las candidaturas que a nivel nacional corren. La del ex alcalde de Valparaíso, Aldo Cornejo, el ex canciller Mariano Fernández y el senador Ignacio Walter. A las que se sumó la del diputado Gabriel Silber.
Pero en la región la cosa está recién partiendo. Todavía nadie ha manifestado la voluntad de ser candidato, pero ya se escuchan voces con algunos nombres. Como los del ex seremi de Obras Públicas, Juan Francisco Miranda, y otros militantes vinculados a la diputada Carolina Goic.
Sin embargo, todo se mantiene en el ámbito de las especulaciones, las mismas que indican que no hay interés entre los militantes de llegar a mesas de consenso, son varias las voces que aseguran que la única forma de ejercer, verdaderamente, la democracia es la representación de un militante un voto.
Otro tema que ronda al interior de la tienda de la flecha roja es la de aquellos militantes que aún siguen ocupando cargos de confianza en el actual gobierno. “Somos oposición y por lo tanto ningún demócrata cristiano puede ocupar cargos de confianza en la actual administración”, fue uno de los tópicos de mayor consenso en la asamblea del fin de semana.
De esta forma, la DC insistió en su rol opositor, dejando de lado los guiños que ha recibido desde el oficialismo. Pero, ¿qué pasa en Magallanes?
Son varios los camaradas que siguen ocupando los mismos escritorios que en el gobierno de Michelle Bachelet.
La mayoría de ellos explica que sus cargos no son de confianza, sino que responden a contratos anuales o son estrictamente técnicos. Este sería el caso del jefe de seguridad ciudadana, José Saldivia, quien fue apodado como el “sherif”.
Saldivia aseguró que su cargo corresponde a un contrato anual y por eso aún detenta el puesto, de esta forma desestimó las críticas o la posible incompatibilidad entre su trabajo y su militancia.